Quizás, cuando miras el pasado sientes nostalgia por tu infancia, por la increíble felicidad que sentiste durante esos años y los buenos momentos que viviste.
Pero, también puede ser que tu infancia no fue exactamente un lecho de rosas, y no te gusta recordarlo, ya que son heridas de la infancia.
Todas las experiencias, tanto positivas como negativas, te convirtieron en la persona que eres, y determina en mayor o menor medida cómo criarás a tus hijos.
Por qué educamos como educamos
1. Mis hijos tendrán todo lo que yo nunca tuve
Es bastante común entre las personas que tuvieron problemas económicos durante su niñez, no podían tener los mismos juguetes que otros niños, ni vestirse de la misma manera, por lo que se sentían despreciados o inferiores.
Seguramente no hay nada de malo en comprar juguetes, ropa y lo que sea para tus hijos. Sin embargo, estos padres a menudo cometen el error de pensar que todos estos objetos son suficientes para hacer felices a sus hijos. Es importante que los niños pasen tiempo de calidad con sus padres y, sobre todo, que aprenden que son únicos y que no necesitan tener las mismas cosas materiales que los demás para ser felices.
2. Nunca les haré esto a mis hijos
Hay personas aún perseguidas por traumas infantiles. Quizás fue el día en que los padres los avergonzaban frente a sus compañeros de clase, o cuando no les compraban ese juguete soñado, o cuando elegían cambiar la ciudad y la escuela sin consultarlo con ellos. Ese evento dejó una cicatriz tan grande y profunda en la persona, lo suficiente como para asegurarse de que nunca les hará algo así a sus hijos.
El problema es que estos padres planifican su estrategia educativa basándose únicamente en lo que no deberían hacer utilizando como modelo un trauma infantil que nunca superan. Normalmente este estilo educativo termina dejando demasiada libertad al niño que por temor a lastimarlo los padres no establecen reglas y se hacen amigos de su hijo. Obviamente, no hay nada de malo en el hecho de que los padres establecen con sus hijos una relación basada en la amistad y la confianza, pero no deben olvidar que las reglas y regulaciones son esenciales para darle sentido al mundo de los niños. Cuando un niño crece sin reglas, nunca sabrá qué se espera de él y las probabilidades de que desarrolle comportamientos difíciles aumentan.
3. Si fue suficiente para mí, también lo será para mis hijos
Muchos padres tienden a pensar que deberían replicar las condiciones en las que crecieron. Usualmente estas son personas que piensan que el carácter de los niños se forja a través de la experimentación, y mientras más duro, mejor. Estos padres imponen una educación autoritaria marcada por limitaciones y reglas estrictas transformando la casa en cuarteles militares.
Las reglas son importantes para asegurar la convivencia en la familia, pero también es necesario que los niños sean libres y desarrollen su independencia y autonomía. Además, no debemos olvidar que cada persona es diferente y, por lo tanto, las pautas educativas que funcionan con algunas pueden ser ineficaces con otras.
4. Mis hijos harán todo lo que yo no pude
Esta idea es común entre aquellos que no fueron apoyados por sus padres que los obligaron a hacer algo que no querían. Como resultado, creen haber perdido la oportunidad de su vida y no pasar la página, pero continúan acumulando frustración y resentimiento. Por lo tanto, tratan de obtener una segunda oportunidad a través de sus hijos alentándolos desde temprana edad a hacer cosas que les interesan sólo a los padres, no a los hijos.
Es probable que el niño tenga algún potencial y talento en un área específica, pero tal vez no esté interesado y sienta pasión por otra cosa. Insistir en esta dirección significa cometer el mismo error de los padres, pero sin darse cuenta. Cada niño es único, y el papel de los padres es guiarlos a descubrir sus fortalezas y pasiones, pero debe ser él quien decida en qué dirección ir.
5. Nunca dejaré que les pase algo malo a mis hijos
Los padres que tuvieron malas experiencias durante su niñez tienden a desarrollar un estilo educativo sobreprotector. No quieren que sus hijos vivan las mismas experiencias y tienden a eliminar todos los obstáculos de su camino para asegurarse que vivan una infancia idílica.
Obviamente, no debemos traumatizar a los niños ni exponerlos a riesgos innecesarios, pero no debemos olvidar que la capacidad de recuperación se desarrolla solo frente a situaciones difíciles. Esto significa que cuando hay un problema en lugar de esconderlo y resolverlo los padres deben alentar al niño a encontrar soluciones y tomar decisiones. Este es el mejor regalo que puedes darles porque de esta manera les das las herramientas psicológicas que necesitan para enfrentar los desafíos de la vida que probablemente serán muchos y de los que no siempre podrás protegerlos.
– Aprende a pasar la página
Muchas de estas actitudes que se reflejan en el estilo educativo de los padres esconden una herida que no se ha curado. Estos padres no son capaces de hacer las paces con su infancia, con las experiencias, decisiones y comportamientos de sus padres.
El primer paso es darse cuenta de su existencia y comprender cómo expresarse a través de la relación diaria con los hijos.
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