Tu infancia revela mucho de tu personalidad y el estilo de educación que asumes como madre o padre.
Todas estas experiencias, tanto positivas como negativas, te convirtieron en la persona que eres y determinan en mayor o menor medida, cómo criarás a tus hijos.
A continuación, te mostramos las 5 heridas de la infancia que determinan cómo educarás a tus hijos:
1. Mis hijos tendrán todo lo que yo nunca tuve
Esta idea es bastante común entre las personas que tuvieron problemas económicos durante su niñez, no podían tener los mismos juguetes de sus compañeros de clase o vestirse de la misma manera, y se sentían despreciados o inferiores. Por lo tanto, al crecer, tienden a jurarse a sí mismos que sus hijos nunca pasarán por la misma experiencia y que tendrán todo lo que nunca tuvieron.
Estos padres a menudo cometen el error de pensar que todos los objetos son suficientes para hacer felices a sus hijos. Más importante que los bienes materiales es que los niños pasen tiempo de calidad con sus padres y que aprenden que son únicos y que no necesitan tener las mismas cosas materiales que los demás para ser felices.
2. Nunca les haré esto a mis hijos
Hay personas perseguidas por traumas infantiles. Quizás fue el día en que los padres los avergonzaban frente a sus compañeros de clase, o cuando no les compraban ese juguete soñado, o cuando elegían cambiar la ciudad y la escuela sin consultarlo con ellos. Ese evento dejó una cicatriz tan grande y profunda en la persona, lo suficiente como para asegurarse de que nunca les hará algo así a sus hijos.
El problema es que estos padres planifican su estrategia educativa basándose únicamente en lo que no deberían hacer, utilizando como modelo un trauma infantil que nunca superan. Normalmente este estilo educativo termina dejando demasiada libertad al niño, porque por temor a lastimarlo, los padres no establecen reglas y se hacen amigos de su hijo.
3. Si fue suficiente para mí, también lo será para mis hijos
Muchos padres tienden a pensar que deben replicar las condiciones en las que crecieron. Usualmente, son personas que piensan que el carácter de los niños se forja a través de la experimentación, y mientras más duro, mejor. Estos padres imponen una educación autoritaria, marcada por limitaciones y reglas estrictas, transformando la casa en cuarteles militares.
Por supuesto, las reglas son importantes para la convivencia en la familia, pero también es necesario que los niños sean libres y desarrollen su independencia y autonomía.
4. Mis hijos harán todo lo que yo no pude
Esto es muy común en aquellos que no fueron apoyados por sus padres y que los obligaron a hacer algo que no querían. Como resultado, creen haber perdido la oportunidad de su vida, por lo que acumulan frustración y resentimiento. Por lo tanto, tratan de obtener una segunda oportunidad a través de sus hijos y los alientan desde una edad temprana a hacer cosas que los complacen, inscribiendo a los niños en actividades extracurriculares que les interesan sólo a los padres, no a sus hijos.
Es probable que el niño tenga potencial en un área específica, pero tal vez no esté interesado y sienta pasión por otra cosa. Insistir en esta dirección significa cometer el mismo error de los padres, pero sin darse cuenta. Cada niño es único, y el papel de los padres es guiarlos a descubrir sus fortalezas y pasiones, pero debe ser él quien decida en qué dirección ir. Decidir en su lugar significa quitarle una oportunidad.
5. Nunca dejaré que les pase algo malo a mis hijos
Los padres que tuvieron malas experiencias durante la niñez tienden a desarrollar un estilo educativo sobreprotector.
Obviamente, no debemos traumatizar a los niños ni exponerlos a riesgos innecesarios, pero no debemos olvidar que la capacidad de recuperación se desarrolla sólo frente a situaciones difíciles. Esto significa que cuando hay un problema, en lugar de esconderlo y resolverlo, los padres deben alentar al niño a encontrar soluciones y tomar decisiones.
Aprende a pasar la página
Muchas de estas actitudes que se reflejan en el estilo educativo de los padres esconden una herida que no se ha curado. Estos padres no son capaces de hacer las paces con su infancia, con las experiencias, decisiones y comportamientos de sus padres.
Para eliminar estas ideas limitantes, el primer paso es darse cuenta de su existencia y comprender cómo expresarse a través de la relación diaria con tus hijos. Debes dejar que las heridas se curen, suelta el resentimiento. Verás que poco a poco asumirás la crianza de tus hijos desde una perspectiva diferente.
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